Un concepto que mistura lo ancestral con lo moderno, lo material con lo energético. 

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Desde una visión en comunión con la naturaleza que nos rodea, y con todos los seres vivos que habitan en ella, los invito a esta pequeña reflexión:

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Y si nos visualizamos como nuestra primer fuente de nutrición adulta? Si identificamos este acto indispensable, con un acto pleno de amor? Un acto de darse plenamente a uno mismo? Partir desde nosotros como creadores de lo que somos? 

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Si nos concientizamos de la responsabilidad que implica ser nuestra fuente de vitalidad, empezaríamos a valorar la relación con nosotros mismos y por otro lado, si sumamos a esto, que somos seres materiales y energéticos, pasaríamos a focalizarnos en lo verdaderamente importante y empezaríamos a ver aquello que ni solíamos observar. Cambiaríamos el foco y las fugas energéticas se reducirían.

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Es fundamental saber que somos, quienes somos, como funcionamos, como reaccionamos. Conocernos nos dará información de calidad, y nos permitirá centrarnos en lo que nos proporcionará alas y poder, para volver a lo que siempre fuimos, creadores.

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La autoobservación nos conecta con nuestro Ser más esencial, y nos amplia las herramientas para afrontar cualquier dificultad. Todos contamos con la capacidad de autosanación y la magia habita en cada ser vivo.  Experimentar, reconocerla y redescubrirla, es la clave. 

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La auto nutrición como primer fuente, de adentro hacia afuera, que nos vitaliza desde quienes somos, es una excelente manera de mirarnos responsablemente y reconocer el propio poder. Por otro lado, es enriquecedor conectar con el alimento externo desde una mirada más real y natural, que se alinea a nuestra biología, y centrándonos en la información que este va a transmitirnos. 

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La parte energética, fotónica y vibracional de todo lo que nos nutre, será sin lugar a duda decisiva para todas nuestras elecciones.